PRIMERA LECCIÓN:
La niñita Lucila Godoy Alcayaga, a los ojos y cerebro invidentes de su profesora “Jefa”: La educadora y directora de la Escuela Superior de Niñas de Vicuña, Norte de Chile, de puño y letra, vía “informe” o registro escrito formal, definió y “diagnosticó” a su alumna Lucila Godoy Alcayaga como una niña “sin habilidades intelectuales”, como una muchacha que “sólo podría servir para los quehaceres domésticos”. ¡De terror!
Sin perder de vista que ninguna lentitud o “deficiencia” cognitiva escolar o infantil son ni serán jamás motivo ni pretexto adulto para etiquetar, excluir, humillar, degradar, reprobar ni predestinar cruelmente a ningún niño o niña en la escuela ni en ningún lugar del mundo a su fracaso e infelicidad eternos, yo denuncio aquí que tal linchamiento adultocéntrico y “pedagógico” ejecutado en contra de la niña y alumna Lucila Godoy a manos de su “educadora” adulta directa no fue más que una lápida del terror escrita por una adulta encontra de una inocente e indefensa niña llamada Lucila; lápida imperdonable y que pudo asesinar la inteligencia, los talentos y los sueños en desarrollo de una niña brillante. La alumna Lucila Godoy Alcayaga es -decretó en ese informe esa “educadora” y “formadora” de en esa escuela de Vicuña, Chile-, cito, una “deficiente mental”. ¡Textual!
SEGUNDA LECCIÓN: Contra todo adultocentrismo, Gabriela -la poetisa, la poeta, la niña prodigio, niña ninguneada en su infancia por su profe “Jefa” en la escuela, la intelectual que fue luego despreciada y perseguida en su adultez por el establishment chileno machista, clasista e “ilustrado”-, nos interroga:
TERCERA LECCIÓN: La poetisa rebelde, Gabriela la pensadora -la filósofa, la maestra, emplazando e incomodando al poder, y saltando antes que nadie los torniquetes escolarizantes del adultocentrismo inmovilizador asesino de los talentos, la creatividad, la voz y el sentir de la infancia-, interpelándonos: “El maestro verdadero tendrá siempre algo de artista; no podemos aceptar esa especie de jefe de faenas o de capataz de hacienda en que algunos quieren convertir al conductor de los espíritus”. Obvio: cuando Gabriela educa aquí al “maestro verdadero” y al “conductor de espíritus”, educa y emplaza al mismo tiempo ala “conductora de espíritus”, es decir, a toda maestra, pero no sólo a la profesora, porque toda mujer adulta que tenga una relación directa diaria con una niña o un niño es, para Gabriela, una maestra.
CUARTA LECCIÓN: En contra de esa histórica y típica hipocresía de la élite chilena, así como en contra de esas campañas de desprestigio que sufrió Gabriela en su tiempo y que en buena medida explican su partida de Chile y su no retorno a éste, y desde el supuesto de que algo tenían esas castas clasistas que la persiguieron de “academia, de erudición e ilustración” -campañas que en su tiempo fueron virtualmente comandadas por el gremio docente y por los escritores publicables de la élite dominante, castas que expulsan finalmente de Chile a Gabriela Mistral-, la maestra de maestras denuncia: “Jamás mi gremio profesoril me perdonará mi falta de título”.
QUINTA LECCIÓN: ¡Sorpresas te da la vida, adultocentrismo y clasismo cabrón! : La alumna Lucila Godoy Alcayaga -esa “insignificante” niñita nacida un 7 de abril de 1889 en una provincia del norte de Chile, niñita rural, niñita tímida, escolar “diagnosticada” cruelmente en su paso por su escuela por su propia profesora “Jefa” como una “deficiente mental”, y cuyo seudónimo en su vida adulta fue Gabriela Mistral-, es galardonada, reconocida y homenajeada mundialmente en 1945 con el Premio Nobel de Literatura.
Pasando lista: Alumna brillante, ¿Lucila Godoy Alcayaga? ¡ ¡PRESENTE, AHORA Y SIEMPRE!
Noé Felipe Batías Profe de filosofía Titulado en UCN Coquimbo Egr. de Mg. en Neurociencias AAE Santiago de Chile
( Publicado Diario La Región, abril 2021)