25 OCTUBRE 2021
Fuente Telesur.
Proveniente de la cultura Aimara, la etimología de la palabra contiene el triunfo: Wiphay y el fluir del viento, en su Lamphaqi. Asi ven a su bandera y a la vida: un triunfo a favor del viento.
Significa un reconocimiento al símbolo de lucha por los derechos de los pueblos originarios hasta llegar a todas las comunidades indígenas del Abya Yala.
La bandera multicolor surgió con un sentido pacífico, pero se convirtió en guerrera desde la llegada de los españoles. Hoy por hoy es la insignia más conocida de los pueblos originarios del Abya Yala (América).
¿Cómo descolonizar la enseñanza de la historia, si nos dejamos robar la identidad?
Para visibilizar la lucha de los pueblos originarios, el reconocimiento de sus derechos y supervivencia, conviene entender el origen de su tradición.
Justamente ahora, cuando todavía el mundo celebra la llegada de la hispanidad, que vista desde el Sur, fue el genocidio más largo de la historia y el impacto entre culturas, con toda intención aniquilador para los americanos.
El nuestro, es un abigarrado relato de las vejaciones vs resistencia, que América Latina ha sufrido a manos de los intentos colonizadores.
Defender los símbolos originarios, reafirmar su tenacidad frente al colonialismo y el capitalismo globales, es reivindicar la esencia de los pueblos indígenas.
No hay símbolo pequeño
Se estima que alrededor de un 90 por ciento de la población había muerto, hacia 1600, como consecuencias de la invasión española al continente americano.
Envuelto en un aura gloriosa, cada 12 de octubre se celebra el Día de la Hispanidad, ante el desconcierto de los pueblos indígenas, quienes quedaron «con la esperanza en un hilo» y sus descendientes, hasta hoy tiran del mismo, aferrados a la vida.
Entonces, no hay símbolo pequeño entre los pueblos originarios. Cada uno ha sido defendido con el valor de su resistencia o únicamente a través de los guardianes de la memoria, los abuelos.
A propósito, no puede parecernos de menor interés la defensa de sus íconos. Porque primero te quitan tu cultura, y después la vida.
Para que las guerras sean eficaces, deben ser lucrativas. Entonces, anular un símbolo lleva un único interés, imponer o mejor, venderte otro.
La Wiphala es un prisma
¿A quién le puede importar que la Wiphala fue inspirada en la descomposición del Sol? Al sentimiento espiritual de los pueblos originarios, que desde las comunidades del Lago Titicaca, en el actual límite entre Bolivia y Perú, identificaban sus balsas de totora con insignias con los colores del arcoíris.
Es su filosofía, capaz de refractar, reflejar y descomponer la luz de la vida en los colores del arcoíris.
Proveniente de la cultura Aimara, la etimología de la palabra contiene el triunfo: Wiphay y el fluir del viento, en su Lamphaqi. Asi ven a su bandera y a la vida: un triunfo a favor del viento.
En aquella República que vino después, entre indios y blancos, fue definitoria la ruta recorrida por los movimientos indígenas entre 1900 y 1947.
Las demandas fueron por la justicia, la educación, la organización sindical y la abolición de la servidumbre. Ante ello, la República de blancos reprimía todas las rebeliones de los originarios, encabezados por hacendados, las autoridades y la oligarquía, con ayuda del aparato estatal.
Aun así, gracias a su tenacidad, trascendió el reconocimiento de los indígenas como interlocutores válidos, silenciados hasta ese momento.
En mayo de 1945 una gran marcha campesina llegó a La Paz, desde varios puntos del país, conformada por varias etnias, incluso algunas del oriente.
Inició el Primer Congreso Indígena, del 10 al 15 de mayo de 1945. Unos mil delegados de todo el país exigieron al Estado el reconocimiento de los pueblos indígenas en el estatuto de la nación.
Visto con muy malos ojos por los sectores conservadores y particularmente por los terratenientes, se acordó abolir el régimen del pongueaje.
La tierra era vendida incluyendo los animales y los pongos, así, como esclavos. También el mitanaje, servicio gratuito y obligatorio de trabajo en favor del hacendado y “en teoría” sería abolido el sistema esclavista, porque en la realidad ha sido otra la práctica.
Se autorizó la libre circulación de los indígenas por las calles de ciudades, pero no se tocó el tema fundamental: el de la tierra.
Fue en el primer congreso indigenista en 1945 cuando surgió el concepto de la Wiphala. El estandarte se convirtió en referente de las comunidades indígenas aimaras y hasta el día de hoy, cobró gran valor entre todos los grupos originarios andinos.
Para el expresidente de Bolivia, Evo Morales, la Wiphala es el emblema del Abya Yala, nombre de nuestro continente antes de la invasión española. “Es hoy emblema de integración de la patria grande y de la lucha de los pueblos del mundo, por la dignidad y la liberación”.
Dos congresos regionales antecedieron a ese encuentro, en 1941 y 1943, ambos celebrados en la ciudad de Sucre, con la presencia y liderato del cacique Santos Marca Tola, de Pacajes.
La voluntad de «ver orgullosos a todos los compañeros indios de haciendas y comunidades, a los que trabajen en agricultura o en cualquier actividad o industria, sean mujeres u hombres», en síntesis, «que todos sean libres», se expresa en el documento final.
«El hombre no puede servir nunca de pongo y las mujeres jamás de mittani, aunque el patrón quiera pagar en plata o en oro, es una gran vergüenza hacer esos servicios. Los patrones que se sirvan ellos mismos», afirman e instan a «aprender a defenderse por sí solo», a «perder el miedo y entrar a las oficinas».
«Debe aprender a pensar en sus necesidades, debe luchar hasta poner remedio a ellas. No debe dejarse explotar con nadie ni en su dinero ni en su voluntad. No debe servir de instrumento a los malos», refiere el documento.
“Por eso se debe consultar primero al compañero indio y convenir el precio del salario o jornal». «El indio ha de ir a la escuela, ya no ha de ser más la bestia de carga. Ha de ser el ciudadano que haga respetar Bolivia. Ahora el Comité Indigenal nos ha unido y se respetarán nuestros derechos».
El presidente, coronel Gualberto Villarroel, respaldó al Congreso Indigenal y solicitó -a los integrantes del comité- no abandonar la lucha. «Trabajen con entusiasmo la tierra, cumplan con su deber, pero no se humillen. Todos somos iguales”, afirmó.
El emblema indígena
Los amautas aseguran que hubo restos de un estandarte con características similares, en la costa del pacífico peruano, con una antigüedad de 800 años. Lo que indica que fue asumida por comunidades indígenas de distinto origen, representadas con este emblema.
Significa un reconocimiento al símbolo de lucha por los derechos de los pueblos originarios hasta llegar a todas las comunidades indígenas del Abya Yala. No por gusto, durante el golpe de Estado contra el expresidente Evo Morales, en noviembre de 2019, en varias regiones de Bolivia pisotearon y quemaron la multicolor Wiphala.
Entre 1825, año de su independencia, y 2006, Bolivia conoció las consecuencias de 188 golpes de Estado, más de uno por año. El líder sindical aimara Evo Morales fue el primer presidente indígena en la historia de este país. Obtuvo el 54 por ciento del voto popular en las elecciones de diciembre de 2005.
Durante 13 años, el líder originario estableció un programa social para reducir la pobreza extrema en Bolivia. Un 62 por ciento de los bolivianos alcanzó un ingreso medio.
Con su gestión de Gobierno consiguió notables avances en materia social, ubicando a su nación entre las de mayor crecimiento económico de la región. Resalta en esta etapa la nacionalización de los hidrocarburos bolivianos, que permitió al Estado aumentar los programas sociales.
En 2019 sucedió la asonada golpista, la senadora Jeanine Añez se autoproclamó presidenta de Bolivia. Rodeada de soldados, líderes de organizaciones racistas y de representantes de la patronal. Ninguno de ellos había sido elegido para el cargo que ostentaba.
Así lo describió Le Mond Diplomatique: “La oposición tradicional se vio sorprendida, la izquierda paralizada, la derecha reaccionaria enardecida. Informado de que habían puesto precio a su cabeza, Evo Morales se va. Camacho –Luis Fernando Camacho, líder derechista de oposición- entra en el palacio presidencial, donde coloca, rodeado de los policías amotinados, una biblia encima de la bandera del país”.
“Las residencias de varios representantes estatales y de familiares de Evo Morales son saqueadas, cuando no quemadas. Y en el momento en que la población sale a las calles, el ejército orquesta la represión, con un gran número de helicópteros y vehículos de combate blindados. No duda en disparar munición real porque precisamente la nueva “presidenta” ha firmado un decreto que exime a las Fuerzas Armadas de cualquier responsabilidad penal”.
Los actos de vejación del símbolo Wiphala fueron calificados – por el Movimiento indigenista- como racistas. En respuesta, grandes grupos de comunidades indígenas y campesinas salieron a las calles con la proclama: «¡La wiphala se respeta, carajo!».
Recientemente, con un llamado a no olvidar la pérdida de muchos hermanos de lucha por el golpe de Estado, el secretario departamental del MAS en La Paz, Eddy Loza, enfatizó que “no podemos olvidar esos hechos criminales. La historia de aquella asonada sangrienta no puede quedar impune”.
Igualmente reveló que entre los enlistados está la exmandataria del Gobierno de facto, Jeanine Áñez, entre otros actores políticos, así como exautoridades, expresidentes y líderes opositores. También los exministros de Gobierno, Arturo Murillo, y de Defensa, Fernando López, y el expresidente del colegio Médico de La Paz, Luis Larrea.
No es una tela cuadrada
Los miembros del Consejo de Amautas Indígenas del Tawantinsuyu aseguran que no hace falta pertenecer a un pueblo originario para sentirse representado por la Whipala.
En este nuevo Pachakutyk o ciclo cósmico de 500 años de luz, se han abierto -a toda la humanidad- las puertas del conocimiento, el sentir y la sabiduría. En un principio se originó en los runas, reconocidos los hombres de origen andino amazónico.
“Todos los que nos consideramos hijos de Pachamama y vivimos de acuerdo a sus procesos naturales, somos indígenas sin diferencias de color de piel, de cabellos, ojos o vestimenta”, agregan.
“La Unancha y la Wiphala nos representan y nos hermanan en todos los extremos del Abya Yala (América) y del mundo. Donde exista una Wiphala o una Unancha estará representado el amor y el respeto al universo, a Pachamama, a los animales, a las plantas, a la tierra, a las comunidades y a la allpa mama (naturaleza)”.
Según narra el escritor Eduardo Galeano, un hombre originario latinoamericano, que pudo subir alto y volvió, observó lo siguiente:
“-El mundo es eso -reveló-. Un montón de gente, un mar de fueguitos. Cada persona brilla con luz propia entre todas las demás. No hay dos fuegos iguales. Hay fuegos grandes y fuegos chicos y fuegos de todos los colores”.
“Hay gente de fuego sereno, que ni se entera del viento, y gente de fuego loco, que llena el aire de chispas. Algunos fuegos, fuegos bobos, no alumbran ni queman; pero otros arden la vida con tantas ganas que no se puede mirarlos sin parpadear, y quien se acerca, se enciende”.
Eso pasa también con los símbolos originarios, no se pueden mirar sin parpadear. Tejidos por siglos de consistente fibra histórica, con hilos de amor y dolor, de esperanza. Ignorados por los libros de las repúblicas de blancos.
No admirados por quienes interpretan a su modo el despiadado momento que fueron siglos, de la presencia colonizadora hispana en Latinoamérica, la que trajo la Biblia que puso sobre la bandera boliviana y ordenó pisotear la Wiphala, la presidenta golpista.