CEFB Agosto 2022.
Fuente filosofía antiautoritaria.
«Los mapuche eran hijos de la tierra desde antes que existiera la memoria, y en los bosques, obedeciendo los dictados del admapu (costumbres de la tierra) , aprendieron a tratar a las plantas como a hermanas menores, porque son puras y no huelen mal ni necesitan bañarse como los mapuche, sólo despiden fragancia, y cuando las golpeamos no pueden defenderse, pero si las tratamos con cariño curan nuestras enfermedades y nos dan alimento, vigas y paja para nuestras rucas (casas), leña para nuestros fogones, varas para nuestras armas, y por eso los mapuche esperan, para comerlas o preparar con ellas su chicha (bebida alcohólica), a que las frutas estén maduras, y los árboles nos las entregan con agradecimiento para que llevemos lejos las semillas y de ellas broten nuevos vástagos, y cuando tenemos necesidad de cortar un árbol viejo plantamos un arbolito joven en su lugar, y si es frutal plantamos dos, y enseñamos a nuestros hijos a que respeten las flores, porque tienen vida, y a cortar sólo las que estén abiertas y a punto de caer, y aprendieron también nuestros antepasados, y nos lo enseñaron a nosotros, que los animales eran igualmente hermanos nuestros, y por eso comprendemos sus voces y por sus miradas adivinamos si están tristes, enfermos, cansados y admiramos sus costumbres, porque los machos no abusan de las hembras y las hembras no aceptan al macho cuando están preñadas, y tienen sus crías en primavera cuando el bosque recupera su fuerza, y los animales no beben chicha aunque estén muriendo de sed, ni comen trapi (picante) ni nada de lo que no deben comer aunque padezcan hambre, y en eso son mejores que los mapuche, y sólo se matan para devorarse por necesidad, y no atacan si no son atacados, y, desde que los winkas (invasores) los trajeron a esta tierra, los caballos también son amigos nuestros y nos transportan de un lado a otro y el buey tira de nuestros arados, por eso los mapuche, siguiendo la enseñanza del admapu, nunca golpeamos a los animales sin motivo, ni matamos a la hembra que pueda tener crías ni comemos la carne de un animal en celo, y si hemos de matar a un animal para comerlo, lo aturdimos con la macana antes de desangrarlo, y por eso los animales saben que somos sus peñis (hermanos) y no huyen de nosotros, y cuando bajaron las aguas, los primeros mapuche aprendieron también a construir sus rucas a orillas de los ríos, a conocer las vertientes secretas de las quebradas, a cavar fozos profundos y a ser amigos del agua y a cuidarla y mantenerla siempre limpia…
…..¡Inche ta Pelantaru! (¡yo soy Pelantaro!)
Yo soy el vencedor de Curalaba (sitio de la batalla), yo derroté al gran Loyola (gobernador español) y la cabeza del viracocha (español) que aquí yace a mis pies ha recorrido nuestros cuatro butalmapu (gran territorio), a los que hoy se agregan los peñi del Huillichenmapu que han venido a este butacoyag (gran reunión) desde las tierras de más adelante (de más al sur). Esperaremos el momento propicio y juntando nuestras fuerzas formaremos entonces el malón (ofensiva) más grande que jamás haya recorrido la tierra, y nos pondremos en marcha lentamente y quitaremos a los españoles sus caballos, los despojaremos de sus ganados, quemaremos sus estancias y no bastarán al rey de España todos los hombres que pueda enviar para salvar los fuertes y ciudades que hoy les estamos arrebatando, y al vencer a los valientes y feroces guerreros españoles más lucirá el valor de los mapuche, que a nadie enorgullece derrotar al débil, y así castigaremos para siempre su soberbia, doblegaremos su altivez, pondremos fin a su codicia y a sus abusos y conseguiremos la verdadera paz.»
Extractos del discurso relatado por el sacerdote Juan Barba, que fue prisionero y posteriormente amigo de los mapuche(1598)
– Butalamon