Por Alex Ibarra. Doctor en Estudios Americanos. Magistrado del TRINO.
El 12 de octubre es una fecha que nos permite recuperar parte de la memoria de nuestros pueblos, los que han hecho un constante reconocimiento de su conciencia identitaria. Esos que nuestro racismo y clasismo siguen negando, y de los cuales el Estado sigue buscando su dominación.
“Pocas doctrinas más absurdas
y de funestos resultados…
que la teoría del progreso”.
(Francisco Bilbao, “La ley de la historia”)
Entregar el desarrollo de los pueblos a una concepción escatológica del progreso es simplemente un acto necio. La colonización, la modernidad, el occidentalismo, el capitalismo, el neoliberalismo, son ideologías que promueven la confianza en el progreso, las que además de necias, son falsas y peligrosas.
En nada contribuyen al desarrollo de las capacidades del pensamiento, de la voluntad ni de la justicia. Siguiendo el planteamiento de Bilbao, es mejor escaparse del dogma del progreso y es conveniente no confiar de aquellas visiones de mundo que lo sustentan.
Parte de la dominación española en el Abya Yala impuso creencias para instalar la ilusión por el progreso. El interés capitalista de los colonizadores les llevó a establecer un sistema que contravenía lo más prístino del humanismo.
Por eso el resultado de la Colonia fue excesivamente violento, masacrando nuestra carne y nuestro espíritu, avalando un sistema de “valores” que no eran propios de nuestros pueblos y que son delirios de la avaricia, de ahí que cualquier intento de justificación de estas ideologías no es más que una impostura deshonesta o manifestación de la ignorancia histórico-cultural.
El 12 de octubre es una fecha que nos permite recuperar parte de la memoria de nuestros pueblos, los que han hecho un constante reconocimiento de su conciencia identitaria. Esos que nuestro racismo y clasismo siguen negando, y de los cuales el Estado sigue buscando su dominación.
Nuestros pueblos siguen vivos defendiendo un sistema de valores opuestos a los de la dominación convirtiéndose en una alternativa de vida que hace frente a la crisis planetaria. La resistencia de estos pueblos es una verdadera lucha frente a eso que el pensador peruano Aníbal Quijano llamó “la colonialidad del poder”, la consistencia de espíritu que fundamentó los valores alternativos al necro-poder son propios de ese “amautismo” que supieron ver los pensadores indigenistas José Carlos Mariátegui, Fausto Reinaga, sobre lo cual Gabriela Mistral también tuvo sus intuiciones.
Nuestra América tiene la posibilidad de resignificarse desde su identidad multicultural leyendo a contrapelo lo que ha sido su historia oficial. Para eso aún contamos con hechos y mitos que dan cuenta de lo que somos y de los que podemos ser.
A pesar del fracaso constituyente sigue siendo importante relevar nuestro plurinacionalismo, el cual tiene una vigencia presente y un anhelo en su porvenir que puede verse fortalecido en la memoria colectiva.
Hay, además, un resto moral en estos pueblos libres que a pesar de la brutal dominación siguieron existiendo con sus lenguas, sus costumbres, sus creencias religiosas, su fortaleza espiritual y sus sabidurías.
Esta toma de conciencia nos debe ayudar a desmantelar las ideologías de la dominación que operan con la seudo lógica del progreso. Un día como hoy es un día de reconocimiento a todos esos pueblos que conforman nuestra identidad. Honrar la memoria de los masacrados y exigir la liberación de los perseguidos y encarcelados: libertad a los presos mapuches.
Dignidad a nuestros pueblos, sus lenguas, sus costumbres y sus sabidurías, sólo así podremos tener una mejor comprensión de nuestro criollismo existente como, en palabras de Walter Mignolo, herida colonial.
La crisis general que atravesamos en lo político evidenciada por la corrupción de las instituciones ya fue reclamada hace algunos años en el mes de octubre, la soberanía popular manifestó espontáneamente su inconformidad con la distribución inequitativa que favorece a un pequeño grupo social de privilegiados abusadores, no fueron posibles una revolución contundente, tampoco los cambios y las reformas a lo institucional.
Por otra parte, el supuesto triunfo de una nueva corriente política que traía recambio de generaciones ha pasado con más penas que glorias, pareciendo que ya han sido cooptados por las corrientes políticas anteriormente institucionalizadas, poniendo en vigencia el proverbio “nada nuevo bajo el sol”.
Así las cosas, parece sensato una búsqueda que permita la “regeneración” de nuestra condición de ciudadanos, quizá un pachacuti, la generación de una transformación política y espiritual con raíces más profundas como esas que han alimentado movimientos como los del Take on goy que buscaron un mejor porvenir desde la conciencia que reconoce su identidad en ese pasado que nos esconde y que sigue siendo un resto que nos pertenece como bien común.
Celebremos en este día el aporte del sumaq kawsay, que propician ese anhelo por una mejor vida.