«Tenemos el deber de no ignorar la realidad nacional,
pero tenemos también el deber
de no ignorar la realidad mundial».
(J. C.Mariátegui)
El maestro Osvaldo Fernández Díaz, es profesor de castellano y de filosofía, Doctor en Historia por la Universidad de París, desarrolló una reconocida carrera formativa en el Instituto de Filosofía de la Universidad de Valparaíso, ciudad en la que enseñó y militó desde sus ideas marxistas. Profuso lector de Gramsci y de José Carlos Mariátegui, pensadores que le permitieron conocer una visión no dogmática del marxismo, es decir, la posibilidad de interpretaciones más propias del pensamiento crítico que le permitieron comprender la autenticidad de un «marxismo latinoamericano».
La formación inicial en la disciplina de la filosofía la realizó en Chile en momentos en que la enseñanza de esta disciplina estaba marcada por lo que podemos denominar el método de Ernesto Grassi, básicamente una lectura de las fuentes filosóficas con una rigurosidad exegética propia de la hermenéutica clásica, aplicable consistentemente a algunos autores de la «tradición» filosófica, especialmente Heidegger, filósofo contemporáneo bastante cuestionado por sus visiones ideológicas pro fascistas que suele ser venerado en los marcos institucionales de los departamentos de filosofía al interior de las universidades, quizá este pensador alemán es el que dispute masividad al aristotelismo tomista. Frente a esta formación filosófica Osvaldo Fernández centra sus estudios en la alternativa marxista y desde ahí su fijación por Gramsci y Mariátegui.
Supongo que su formación previa como profesor de castellano le llevan a la valoración de la obra de Unamuno, escritor y filósofo español que en décadas pasadas alcanzaba bastante atención en nuestro medio, siendo leído desde una perspectiva existencialista y ética. Siendo central su texto sobre la agonía del cristianismo, concepto que seguirá a Fernández durante su trayectoria de filósofo.
Osvaldo Fernández Díaz, vivió el exilio de la dictadura de Pinochet en Francia, lugar en el que pudo desarrollar sus ideas filosóficas a partir del estudio de los ya mencionados Gramsci, Unamuno y Mariátegui. A su vuelta al puerto principal chileno, desarrolla una notable carrera de formador desde la creación del Centro de Estudios del Pensamiento Iberoamericano (CEPIB) al interior de la Universidad de Valparaíso. Aquí tuvo la oportunidad de llevar a cabo su vocación magisterial desde la cual compartía sus saberes buscando siempre el encuentro dialógico desde la cortesía y la bondad, características que le pude ver desde nuestro primer encuentro la ciudad uruguaya de Maldonado intercambiando apreciaciones sobre la importancia de las ideas del filósofo chileno Juan Rivano.
En nuestro medio filosófico además del fruto de su notable magisterio que nos deja en varios de sus discípulos porteños, son fundamentales sus reflexiones sobre el marxismo de Mariategui que nos permiten una valoración contundente de la filosofía latinoamericana y su reconocimiento al pensar en español al rescatar la importancia de Unamuno. Ambas vertientes de pensamiento nos revelan esta cara conciencia es estar invitados a pensar la realidad nacional sin perder la necesaria reflexión sobre el orden mundial. Un pensamiento de la liberación, como el de Fernández, no deja nunca de tener en cuenta las ideas que son críticas a los sistemas de dominación. La lucidez de este maestro porteño es una luz que servirá más allá de su muerte en estos tiempos en que hay que recuperar el valor político del pensamiento.
Alex Ibarra Peña.
Dr En Estudios Americanos.
@apatrimoniovivo_alexibarra